Muerte de un Poeta, de Teatro del Norte
"La noticia, fría como cuchilla de guillotina, no nos sorprendió. Hace tiempo que la esperábamos. Sólo faltaba que el señoritismo degenerado, en sus alardes y sanguinolentos exhibicionismos, confirmase que la portentosa cabeza del autor de "Yerma", había sido deshecha a balazos por la soldadesca fascista (...)". Así comenzaba el editorial del periódico gijonés La Prensa del jueves 10 de septiembre de 1936, convirtiéndose en la primera comunicación escrita y fehaciente en Asturias de la muerte de Federico García Lorca. El Región en Oviedo nada dijo; estaba muy ocupado lanzando la falsa noticia de la muerte de Jacinto Benavente por la barbarie bolchevique.
Etelvino Vázquez con su Teatro del Norte, vuelve a Lorca (del que nunca se va) y lo hace como siempre, con su singular comprensión de la obra y de la vida del poeta riente, acercándonoslo, poniéndolo a nuestra disposición para hacernos mejores. Los que vayan a verlo, tendrán en su mano la moneda bienaventurada del Teatro, que tiene la Belleza en una cara y la Libertad en la otra.
En esta ocasión Etelvino nos trae la tragedia del poeta y de su muerte presentida, con un extraordinario texto construido con los versos del propio Lorca en Poeta en Nueva York; también con palabras de la Zapaterita, de Bernarda, de Yerma; con diálogos de Así que pasen cinco años, o de El público... Nos trae la tragedia de Marianita Pineda, paradigma del sacrificio libertario, como el suyo. En la función, el poeta de Granada aparece rodeado por los personajes que compartieron con él, los días previos a su detención y muerte: su madre Vicenta, o Angelina la criada de la casa de la Huerta de San Vicente; Luis Rosales, insuficiente protector, poeta y camisa vieja; Ramón Ruiz Alonso diputado "cedista" encargado de la detención; Valdés Guzmán comandante y jefe militar de la plaza, o al propio Queipo de Llano "El Carnicero de Sevilla", con su eufemística orden de ejecución expresada con el "Dadle café, dadle mucho café".
Realidad y sueño, reflejados en una escenografía con cuatro grandes bastidores de metacrilato transparente, en una función tan bien vestida como siempre por Manuela Caso; espléndidamente iluminada por Rubén Álvarez y con un ambiente sonoro perfecto con las músicas originales de Alberto Rionda y de J. S. Bach.
Etelvino da cuerpo al poeta con su maestría de siempre, y, los numerosos personajes que le rodean, se los enfundan -como un guante de fina piel- Cristina Lorenzo y David González que crecen y crecen cada año más, al lado de Telvi. Especialmente emotiva la escena de la cárcel entre Max Estrella y el anarquista catalán Mateo, de Luces de Bohemia, y que en esta ocasión los dialogantes son García Lorca y el maestro nacional Dióscoro Galindo, con quien fue esposado y paseado.
Pedro Salinas decía que "los que acabaron con la vida de Federico, mataron en él un futuro imponderable de poesía dramática española. Mataron la vena de teatro más original y pura que había brotado en los flancos del siglo XX.... más malvado todavía matar lo que va a venir... matar el futuro".
Juan Luis Trescastro falangista, fanfarrón, putero y microcéfalo, alardeaba en un bar granadino a mediados de agosto de 1936: "Acabamos de matar a Federico García Lorca. Yo le metí dos tiros en el culo por maricón".
Boni Ortiz
jueves, julio 07, 2011
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