domingo, diciembre 27, 2020

EL TEATRO DEL BOLO Pronto cumpliremos un año del coronavirus y todos pensamos que esto no nos va a tocar, que esto va a ir pasando, que podremos volver a todo lo anterior, a la antigua normalidad, volver a ser los mismos de siempre, volver al teatro del “bolo”. Pero nada más lejos de la realidad. El Covi nos ha cambiado a todos, para siempre, querámoslo o no. Ya no volveremos a ser los mismos, ya no volveremos a la antigua normalidad. Por eso cuando pensamos en la tardía respuesta de la Consejería de Cultura a la pandemia, vemos que lo único que se hizo fue resarcir, como acto de justicia, todo lo que había destrozado el Consejero anterior y, evidentemente, el buque insignia de los desaguisados anteriores era el Circuito de Teatro de Asturias, que, por primera vez, implicaba tanto a las compañías de teatro como a los ayuntamientos. Sorteados todos los incomprensibles problemas administrativos, se pudo poner en funcionamiento un Nuevo Circuito de Teatro que llegase al mayor número de Ayuntamientos. Se convoco unas ayudas a la creación con la irrisoria cantidad de 65.000 euros y se suprimió las ayudas para cursos, becas, giras, etc. Todas estas ayudas están incluidas en un cajón de sastre que se llama Ayudas de Interés Regional. No se entiende por qué no son también ayudas al teatro. En fin, que con tan pocos mimbres gestionaron las ayudas al teatro, que consistieron, fundamentalmente, en ayudar a los ayuntamientos a pagar el coste de las representaciones, el coste de la cultura, pero que algunos, como Siero, no estuvieron dispuestos a aceptar y prefirieron cerrar sus locales y no programar nada. Estas ayudas al teatro profesional asturiano en realidad iban destinadas a los ayuntamientos, a través del Circuito, pero la cuantía destinada a estimular la creación de nuevos espectáculos, y en condiciones dignas de trabajo, era irrisoria. Tan importante como la exhibición es la creación de nuevos espectáculos. Es evidente que con el nuevo Circuito, dependiente ahora de La Laboral, el teatro profesional llego prácticamente a toda Asturias, pero no sabemos si ese afán programador continuará estando presente en los Ayuntamientos aunque no cuenten con la ayuda del Circuito. Es evidente también que con el nuevo Circuito volvíamos o seguíamos estando en la cultura del “bolo”. Hay algo que, por suerte, ha traído el nuevo Circuito, que es una antigua petición del teatro profesional asturiano, a imitación de Euskadi o Galicia, la grabación de los espectáculos y, al final de su explotación, programarlos en la TPA. De esta antigua petición se ha conseguido la primera parte, la grabación profesional de los espectáculos, pero, aunque se proyecten en You Tube, nos falta todavía la programación en la TPA. Pese a todo el Circuito ha estado bien y esperamos que siga en el 2021, pero este nuevo Circuito, por desgracia, nos sigue remitiendo a la antigua normalidad, al café para todos, al “bolo”, falta una nueva normalidad que mire hacia el futuro que, por ejemplo, apruebe una Ley de Teatro como acaba de hacer Extremadura. El futuro del Teatro profesional asturiano no solo puede pasar por el Circuito, tiene que pasar también por una nueva normalidad que se proyecte al futuro, por una decidida y clara nueva política teatral. Y esa nueva normalidad teatral no pasa por la precariedad de la subsistencia, del “bolo”. Pasa por la estabilidad de las compañías, y esa estabilidad, como en Portugal o Francia, solo puede venir del establecimiento de compañías residentes en los diferentes teatros, auditorios y casas de cultura de Asturias. Donde las compañías residentes puedan irradiar todo el espectro de actividades que comporta el hecho teatral: representaciones para adultos, representaciones para niños, Festivales, cuentacuentos, danza, cursos, encuentros, conferencias, coloquios…etc. Todo un universo teatral destinado a todos los habitantes del municipio donde está asentada la Compañía de Teatro. Como decía al principio el Covi, querámoslo o no, nos va a cambiar a todos, por más que nos aferremos a la antigua normalidad, y ese cambio tiene que implicar una verdadera política teatral, donde el teatro profesional llegue a todos los asturianos, pero donde exista un espacio en el que el teatro profesional pueda realizar su actividad con estabilidad, creatividad, dignidad y visión de futuro. Que el teatro profesional se convierta en un servicio público para todos los asturianos y no en una precariedad constante, la cultura del “bolo”, en la que llevamos viviendo muchísimos años, y en la que también, por desgracia, vive nuestra creatividad y en la que, con muchísima dificultad, casi no pueden entrar ni desarrollar su trabajo los alumnos que terminan en la ESAD. Hace falta una política y unos políticos valientes, decididos, comprometidos con el teatro y con miras que van más allá de los cuatro años de legislatura. Una política que no sea un “parche” momentáneo producto más bien de la presión del sector y no de la voluntad política de quienes nos gobiernan. Una nueva política donde se junten los esfuerzos de la Consejería de Cultura, de los ayuntamientos y del teatro profesional asturiano. Una nueva normalidad cuyo lema sea: Ningún teatro sin una compañía y ninguna compañía sin un teatro. El covi nos va a cambiar a pesar nuestro, aunque no lo queramos, pero lo peor es que ese cambio nos coja mirando para atrás, hacia un pasado que ya no va a volver, hacia unas relaciones teatrales y laborales asentadas en el “bolo”. Como decía Juan Antonio Hormigón en un artículo de 1976: “Lo cómicos de la legua pueden tener encanto romántico para los ilusos revolucionaristas y los lectores de folletines ñoños, pero en realidad suponen una forma terrible de subsistencia absolutamente contradictoria con las formas sociales y aspiraciones históricas de una sociedad industrial y técnicamente desarrollada”. Y seguimos en la misma precariedad desde 1976. Ese cambio que el covi nos trajo a personas y compañías solo podrá generar una nueva normalidad si realmente se establece una verdadera política teatral que, de una vez por todas, nos aleje definitivamente de ese teatro del “bolo” que, estoy seguro, desaparecerá con el covi. Solo una verdadera y consensuada política teatral nos permitirá ganar el futuro, superar el pasado y construir un verdadero teatro profesional asturiano del siglo XXI. Etelvino Vázquez 26-12-20

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